FM-La-Perla

Durante su reciente visita a la ciudad de Andalgalá, Rodolfo Tarraubella —especialista en procesos sociales vinculados a proyectos de desarrollo— compartió una reflexión extensa sobre el concepto de “licencia social”, una idea que ha cobrado protagonismo en el contexto de la minería y otras actividades productivas.

Según explicó, el término nace en los años 90 como una manera de expresar el “permiso” que otorgan las comunidades a distintos proyectos, pero con el tiempo, esa definición fue evolucionando.

Tarraubella sostuvo que «la licencia social no es un papel, ni un número, ni algo que se otorgue formalmente», sino un entramado de relaciones y condiciones que permiten el desarrollo de una actividad con paz social. “No hay un lugar donde se entrega la licencia social”, subrayó, cuestionando aquellas miradas simplistas que reducen esta cuestión a un sí o un no como lo proponen algunos sectores de la sociedad

Uno de los puntos clave de su análisis fue la pregunta sobre «quién representa a la comunidad». Señaló que este es uno de los dilemas más complejos, ya que distintos actores —autoridades electas, líderes informales, jefes comunales o referentes indígenas— pueden atribuirse esa voz.

En ese sentido, Tarraubella advierte sobre los riesgos de que minorías ruidosas se autoerijan en representación del pueblo sin legitimidad real, lo que puede distorsionar la percepción sobre el consenso social.

Asimismo, desmitificó la idea de que la licencia social debe ser absoluta «Eso solo existe en el enamoramiento», ironizó, remarcando que en la realidad siempre hay diferencias, disensos y matices. En ese ámbito propuso avanzar hacia lo que denomina una «licencia social profesional”, basada en mecanismos concretos: mesas de diálogo permanentes, sistemas de quejas, reclamos y sugerencias con trazabilidad, transparencia informativa y canales de participación abiertos.

Este enfoque, según Tarraubella, permite diferenciar entre reclamos genuinos y posiciones oportunistas o extorsivas. También enfatizó que esta forma de abordar el tema puede aplicarse tanto a proyectos privados como estatales, ya que lo importante es garantizar que las personas puedan involucrarse y ser escuchadas en el proceso.

Finalmente, advirtió sobre los riesgos de que el debate en torno a la licencia social quede atrapado en «disputas ideológicas o partidarias», desvirtuando su propósito original. “Muchas veces no se defienden ideas, sino identidades”, expresó, invitando a pasar las posturas por el “tamiz de la evidencia” y no solo de la emoción.

Su trabajo, plasmado en artículos y experiencias en distintos lugares del país y del mundo, busca justamente aportar herramientas para que el diálogo social sea más claro, honesto y constructivo.